En esta serie de videos la historiadora realiza un recorrido ameno por
el desarrollo de la historia de la humanidad enfatizando el aspecto político,
especialmente en el tema de la democracia desde su origen en la civilización
griega hasta nuestros días.
Resulta interesante ver como los modelos políticos se reproducen en sus
aciertos tanto como en sus desaciertos, salvo contadas excepciones muy
puntuales, que resultan modelos dignos de emular especialmente por el respeto a
los demás y sus ideas.
La palabra democracia deriva del
griego.
DEMOS - pueblo y KRATOS - autoridad o poder.
Significa gobierno o autoridad
del pueblo. De allí que se defina a la democracia como "la doctrina
política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno y también al
mejoramiento de la condición del pueblo".
El concepto básico de democracia
se remonta a la forma de gobierno que utilizaban en Atenas y otras ciudades
griegas a partir del siglo V (a.C.).
Lo que entendemos por democracia
se origina en la práctica política de los antiguos griegos. La unidad política
entre ellos era la polis, término que da origen a la palabra
política y que suele traducirse por ciudad - estado, indicando
así el hecho de que cada ciudad en la antigua Grecia podía encarnar su
propio Estado, con muy diferentes formas de gobierno, leyes e instituciones.
Aunque ha habido dos ejemplos de
"democracia" en la edad antigua (Atenas, Grecia, 600 a 400 antes de
Jesucristo) y Roma (450 a 44 antes de Jesucristo), hay diferencias
substanciales contra las democracias modernas. Ante todo, estas repúblicas
antiguas fueron basadas en la esclavitud y no todos los ciudadanos tenían el
derecho igual de votar.
La cercanía de estas múltiples
formas de gobierno, y la propia genialidad de los griegos, generó un prolongado
estudio y comparación de las mismas, que dio origen a la filosofía política
occidental.
Sin duda, otros pueblos
practicaron distintas formas de democracia, pero fue esta asociación de práctica
política democrática y permanente pensamiento crítico respecto de la misma, lo
que moldeó y dio nombre a lo que se espera hoy de un régimen político
democrático.
La democracia se entendía como
el gobierno de todos, en el cual cada ciudadano ejercía de modo directo su
voluntad mediante votaciones en asambleas.
Los griegos nunca
concedieron esta ciudadanía a las mujeres, ni tampoco cuestionaron la
institución de la esclavitud, de modo que a nuestros ojos su democracia
puede, en la práctica, resultar muy limitada, pero histórica y filosóficamente
su esplendor es inagotable. También tuvo gran importancia en el origen de la
democracia el movimiento pacíficamente revolucionario del cristianismo, que
hizo desaparecer las supuestas diferencias naturales entre hombres libres y
esclavos. Defendían la igualdad de todos los hombres ante Dios, sin distinción.
Entre los
siglos XVI y XVIII la evolución del pensamiento político fue paulatinamente
sumando argumentos en favor de la idea de democracia. La revolución del
pensamiento renacentista y la Reforma luterana se sitúan en el origen de esta
evolución, a mediados del siglo XVII y sobre todo durante el siglo XVIII se
sucedieron nuevas formulaciones filosóficas, directamente incidentes en el
sistema político que, siendo anteriores y
superiores al Estado, se presentaban como intangibles e inalterables.
El erasmismo
volvió a situar al hombre en el centro del universo, y el espíritu
individualista y la libertad de pensamiento que respaldaba la Reforma, así como
el culto a la razón que suscribían los pensadores más lúcidos, provocaron el
cuestionamiento definitivo de la idea medieval del poder.
Al mismo tiempo
que esta revolución intelectual se desarrollaba, el ascenso económico de una
nueva clase social, la burguesía, encontraba en las limitaciones del sistema
monárquico tradicional un motivo para luchar por su reforma. Ambos fenómenos se
complementaron y, aunque también fueron instrumentalizados para elevar a la
monarquía a su máxima depuración con el absolutismo (y posteriormente con el
despotismo ilustrado), lenta pero progresivamente se fue extendiendo el deseo
de participación política (las "ansias de libertad" que proclamaban
sus precursores), a la vez que se generalizaba la idea de que el poder de la
Corona se basaba más en el ejercicio de la fuerza que en ningún derecho
sobrenatural.
Al residir en
la conciencia individual del hombre el criterio fundado sobre la justicia y la
corrección, el medio más seguro de preservar el bien público era sacar a la
discusión razonable del pueblo los principales asuntos. Estas ideas se vieron
complementadas por otro grupo fundamental de pensadores dieciochescos:
Montesquieu, Rousseau y Voltaire: Montesquieu evidenció la necesidad de
repartir el poder en estructuras estatales que se contrapusieran para evitar
los abusos de poder y la tiranía, diseñando así la clásica división de los tres
poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Voltaire consolidó este edificio
teórico basándolo en el principio de la soberanía popular y Rousseau acabó
vinculando la legitimidad de todo poder a la voluntad general de los ciudadanos
libremente expresada.
Las
transformaciones económicas del siglo XVIII (la incipiente revolución
industrial y, sobre todo, su hegemonía económica y mercantil), permitieron a la
burguesía acometer el control del poder político y eliminar los privilegios
nobiliarios que coartaban y entorpecían la propia dinámica de acumulación de
capital. Para llevar a cabo esta tarea no solo se valió de la
instrumentalización de la nueva filosofía política, sino que accedió a los
títulos aristocráticos, hizo préstamos colosales a los nobles para tener
hipotecada su actuación, atacó el considerable poder del clero y, cuando la
mera existencia de los estamentos privilegiados se evidenció como el último
reducto del Antiguo Régimen, los eliminó políticamente a través de revoluciones
en las que contaron con el apoyo de las clases populares.
En la actualidad, el concepto
de democracia no se limita al de una
forma determinada de gobierno sino también a un conjunto de reglas de conducta
para la vivencia social y política. La democracia como forma de gobierno es la
participación del pueblo en la acción gubernativa por medio del sufragio y del
control que ejerce sobre lo actuado por el estado. Como estilo de vida es un
modo de vivir basado en el respeto a la dignidad humana, la libertad y los
derechos de todos y cada uno de los miembros de una comunidad.
Estos
son elementos claves de una democracia moderna:
o Una constitución que
define los derechos y los deberes básicos de los ciudadanos, las funciones del
estado y los procedimientos de decisiones en la política.
o La separación
de poderes entre el parlamento, el gobierno y los tribunales.
o Los derechos
iguales (la abolición de la esclavitud y de los privilegios)
o El derecho
igual de voto (una persona, un voto)
La democracia moderna evolucionó
en Europa y Norteamérica como una reacción en el abuso del poder por reyes y
duques. Este proceso duraba algunos cien años y incluso revoluciones, guerras
civiles y períodos de la anarquía en la mayoría de los países. Las revoluciones
casi siempre llevaron a la anarquía en vez de la libertad. Al contrario las
evoluciones lentas durante una generación o más, establecieron sistemas
políticos estables.
Winston Sánchez 000233169

Excelente trabajo, tanto por la estructura utilizada, como por los contenidos de muy buena calidad y coherentes con los propósitos u objetivos requeridos, además que la
ResponderEliminarpresentación es muy adecuada. Los felicito.
Saludos